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domingo, 26 de diciembre de 2010

todos meten la pata


El líder del Partido Colorado vivió con cierta expectativa y aliento los comienzos de la presidencia de José Mujica, pero hoy está desencantado y afirma que las tensiones internas del Frente Amplio desviaron las propuestas del gobierno hacia los temas que dividen a los uruguayos, en lugar de unirlos. La relación de cara a 2011, afirma, dependerá de que el gobierno vuelva a retomar el buen diálogo inicial. Sobre las posibilidades de ejercer una oposición de perfil más negociador, sostiene que "uno puede sentarse a negociar en la medida que es viable", pero no cuando las iniciativas del gobierno comprometen principios que siempre ha defendido.

Carlos Ríos

-Usted declaró que se sentía frustrado de la actividad parlamentaria. ¿Por qué lo dijo? ¿Cómo ha sido este primer año como legislador?


-Sí, frustrado, porque siento que las cosas no se discuten en el ámbito parlamentario. Lo cual es lógico: el Frente Amplio tiene mayoría, entonces, la discusión que se supone tiene que ocurrir en el ámbito parlamentario, el Frente Amplio la hace fuera de él y no la traslada ni al plenario y a veces ni a las comisiones. Y uno siente que cuando argumenta en la Cámara, en realidad no va a cambiar nada. Uno dice: ¿para qué argumento si el resultado es conocido de antemano? Creo que han sido contadas las oportunidades donde se ha podido incidir en la aprobación o no de una ley. Sí creo que cuando los temas se han llevado a las comisiones, donde me ha tocado actuar, se han mejorado los proyectos de ley. Por eso me siento un poco frustrado.

-Cuando el presidente José Mujica asumió en marzo, había generado un buen clima de diálogo con los partidos de la oposición. Sin embargo, en los últimos meses eso ha cambiado. ¿Usted lo ve así? ¿Qué pasó para que cambiara?

-Lo que se ve claramente cuando uno mira este año son dos etapas, diría que casi nítidas. Una primera en la cual el gobierno buscó las cosas que unían a todos los uruguayos, y las planteó y encontró eco en la oposición. Cuando vino el tema de La Haya y Argentina, nos llamó a todos, nos explicó, nos escuchó, ayudamos y Uruguay salió bien. Cuando vino el momento de renovar la Corte Electoral, el Tribunal de Cuentas y los organismos del Estado, buscamos soluciones para que hubiera independientes al frente de los organismos de contralor. Un mes después de las elecciones municipales, más o menos por junio o julio, el gobierno cambió. No es que la oposición cambió; cambió el gobierno. Empezó a plantear los temas que dividían, y dejó de consultar. Planteó la derogación de ley de Caducidad, y en eso sabía que no iba a encontrar eco en la oposición. Planteó el tema de los coordinadores departamentales con una evidente vinculación con la elección municipal, y sólo en el Interior, no en Montevideo. Dejó de consultar en política exterior a la oposición. El motivo de por qué lo hizo, yo no lo sé; pero sí coincidió con problemas internos que empezó a tener el propio gobierno. Empezó a tener problemas dentro del Frente Amplio, claramente con el Partido Comunista. Empezó a tener problemas internos adentro del Pit-Cnt, claramente con los sectores más radicales. ¿Qué es lo que hizo el gobierno en ese momento? Comenzó a plantear temas que le eran históricamente muy caros al Frente Amplio, que los unen, y dejó el diálogo anterior y la búsqueda de consenso con la oposición. Lo que sucedió fue eso; no cambió la oposición, el que cambió fue el gobierno.

-¿Cómo será la relación en 2011 gobierno-oposición a partir de este cambio que usted marca?

-Va a depender del gobierno. Si sigue planteando sin consultar a la oposición los temas que dividen, obviamente los caminos no van a ser de entendimiento. Si el gobierno vuelve a lo original, que era buscar consenso en las cosas que unen, la relación va a ser otra.

-En el año que entra se van a presentar al menos tres temas importantes que ya están generando debate: la asociación público-privada, cuestiones tributarias (rebaja del IVA, cambios al IRPF), reforma del Estado…

-Mujica acá tiene dos caminos, y creo que se está debatiendo políticamente entre los dos. Busca una base de acuerdos y consensos más allá del Frente Amplio, que es lo que empezó haciendo; o exclusivamente dentro del Frente Amplio, que es lo que terminó haciendo. Era muy inteligente en la primera parte del año cuando buscaba consenso mayor al del propio Frente Amplio. Porque hay un problema muy grave: el Frente tiene 50 votos en 99 diputados. Cada legislador del Frente dice "sin mi voto esto no sale". Entonces, parecería más lógico, sensato, ir por el otro camino, el de buscar bases de acuerdo en grandes temas.

-Durante la campaña electora, los analistas decían que usted y Luis Alberto Lacalle disputaban casi el mismo perfil del electorado. Sin embargo, en estos meses usted ha tenido las mayores polémicas con el senador Jorge Larrañaga. ¿Hay un cambio de estrategia?

-No entiendo por qué Larrañaga siempre se enoja conmigo. Yo he visto en las últimas semanas que le han dicho cosas muy duras, y él no ha respondido con la vehemencia con que me responde a mí. El senador Sergio Abreu, hace quince días en el semanario Búsqueda, dijo que el Partido Nacional estaba entre dos liderazgos: uno en retirada y otro de análisis superficial. Eso es muy fuerte. Larrañaga se enojó conmigo el día que dije que sentía que cuando renunciábamos a la soberanía tributaria como estamos renunciando, nos estábamos poniendo de rodillas. El otro día yo repetí una información que daba el diario El País, cuyo mensajero es un diputado del Frente Amplio, y se enojó conmigo y no con el Frente Amplio. (Nota: se refiere a Edgardo Rodríguez, diputado del MPP por Tacuarembó que denunció un acuerdo para que el coordinador regional del Norte sea un dirigente de Alianza Nacional, el sector de Larrañaga). Entonces ¿quién es el que está provocando estas cosas? ¿Yo me tengo que callar la boca? No, no me voy a callar. Yo reivindico para el Partido Colorado el derecho a decir "no estoy de acuerdo con esto que está sucediendo", y si se quiere enojar Larrañaga, que se enoje.

-¿No hubo una excesiva oposición del Partido Colorado en este período, al negarse a votar o negociar cambios a proyectos de ley, como sí hizo el sector de Larrañaga en el caso de la flexibilización del secreto bancario o en el de los coordinadores, entre otros?

-Uno puede sentarse a negociar en la medida que sienta que es viable. Pero si desde el punto de vista de los principios, de las ideas, no está de acuerdo con algo no puede mejorarlo. Cuando nos trajeron el proyecto de ley del secreto bancario, en realidad no es que estamos en contra de que se levante el secreto bancario o tributario, estamos en contra de que no se defienda el principio de gravar la riqueza donde está la fuente y no la persona. Eso implica un renunciamiento a la soberanía tributaria del Uruguay. Un argentino que tenga una casa en Punta del Este, el impuesto que lo pague acá y no en Argentina, como quiere la señora Kirchner. En el caso de los coordinadores departamentales, no estamos de acuerdo en crear una institucionalidad paralela a la constitucional. La Constitución habla de presidentes, ministros, intendentes. ¿Cómo vamos a crear una institucionalidad paralela? No estoy de acuerdo, así sean 18, seis o uno.

"Mujica se metió él solito en este lío"
-Este año fue de un nivel de conflictividad alto, y en las últimas semanas el presidente Mujica ha tomado medidas que se han definido de "mano dura", como declarar servicios esenciales o sacar a los militares a recoger la basura en medio de los paros de Adeom. ¿Cómo observa esta actitud del presidente?

-Acá hay una ingenuidad de parte del gobierno del Frente Amplio, que es la misma ingenuidad que tuvo Tabaré Vázquez en su relación con Argentina.

-¿A qué se refiere?

-Los gobernantes del Frente piensan que porque son amigos de alguien ese alguien va a hacer lo que ellos quieren. Mujica dijo: "Yo soy del Frente Amplio, yo soy del MPP, a mí los sindicatos no me van a hacer reclamos". Tabaré Vázquez había dicho: "Yo soy de izquierda y progresista, al igual que Kirchner que es de izquierda y progresista; entonces Argentina y nosotros nos vamos a llevar bien". Eso es ingenuo. Lo que pasó entre Tabaré Vázquez y Kirchner no tenemos que hablarlo. El peor momento de las relaciones entre Argentina y Uruguay fue con Vázquez y Kirchner. Porque los países no tienen amigos, tienen intereses. Esa cosa ingenua de pensar de que porque soy amigo del otro el otro me va a dar lo que yo quiero o no me va a reclamar algo, fracasa. Fracasó en las relaciones internacionales con Tabaré Vázquez y fracasa ahora en las relaciones de trabajo con Mujica.

-¿Mujica cayó en el mismo error?

-Sí. Dijo: "A mí no me va a pasar". Además, tomó medidas bastantes ingenuas: prorrogó los consejos de salarios y con eso prorrogó el tiempo de conflictividad. E increíblemente hizo montar en el tiempo la discusión en los consejos de salarios con la ley de presupuesto. En el medio se le cruzó el lío con el PCU, al que Mujica le prometió una cantidad de cosas. El PCU dice: "Ahora estamos en el gobierno, dame lo que me prometiste". Esto es como el Fausto: el hombre estaba enamorado de la chiquilina que era mucho más joven que él y le prometió al Diablo que si le conseguía el amor de la chiquilina él le entregaba el alma. Bueno, el Diablo cumplió y ahora le pide el alma, y el alma no la quiere dar. Si a eso le sumamos que se dejó estar, que cuando quiso acordar se le había ido la situación de las manos..., entonces no tuvo más remedio que empezar a tomar medidas mucho más duras para reencauzar la situación. Él se metió solito en este lío".

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