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martes, 8 de febrero de 2011

mala pata


Uno de esos viejos dichos futboleros, que por algo se instalan con el paso del tiempo, reza que "goles errados, goles en contra". Y, a grandes rasgos, fue lo que le pasó a Peñarol en su olvidable debut en el torneo Clausura. Aunque, lo llamativo e inesperado del caso, fue que aquellos "goles errados" surgieron de situaciones que no se crearon de la forma que Diego Aguirre pregona.

El 0-3 ante Miramar Misiones fue un llamado de atención, por cierto, pero lejos está de encender una luz de alarma en la interna aurinegra. Hay un convencimiento pleno, en todos los niveles, que hay material para revertir la imagen que se dejó el domingo a la noche. Y los jugadores quieren jugar ya.

Para ellos no se subestimó, no se jugó con lo que se decía afuera y a priori. "Perdimos porque no conseguimos en ningún momento la fluidez de juego que tuvimos en la mayoría de los amistosos y si bien metimos al rival en su área y contamos con chances de concretar, no fueron con definiciones claras. En cambio, el rival tuvo la gran virtud de ser contundente y las jugadas que generó, las concretó", analizó el capitán, Antonio Pacheco.

Esas jugadas de las que habló "Tony" se dieron más que nada en la segunda parte y cuando Peñarol le tiró la pesada camiseta amarilla y negra encima a Miramar. Lo hizo con el empuje de Darío Rodríguez, de Torres, con el trajín y la pegada de Luis Aguiar, con los embates de Matías Mier en los minutos finales. Pero no con la receta que tantos réditos le dio al Peñarol de Aguirre en su versión 2010: velocidad por las bandas, triangulaciones y pelota jugada con criterio al corazón del área.


Por momentos, pareció que los ocho goles conseguidos por Juan Manuel Olivera en la pretemporada (de los 13 del equipo) encandilaron a sus compañeros, que al ver reducidos los espacios en zona ofensiva, le apuntaron una y otra vez -desde cualquier lugar- a su 1,91 metros de altura. Pero el "nueve", corpulento y goleador, se debatió en lucha con los zagueros -también corpulentos- por pelotas llovidas, frontales, en las que generalmente gana el defensa.

Por la derecha, sector en el que Urretaviscaya y Aguirregaray dejaban un surco de tanto trepar el año pasado, ni Corujo con Albín primero, ni Estoyanoff con Corujo después pudieron ser determinantes, más allá de algún chispazo gracias a la técnica de Corujo.

Por la izquierda, los primeros minutos de Martinuccio fueron auspiciosos, pero quedó en eso. Quien sí inquietó fue Darío, con la carpeta y clase que lo distingue.

Pacheco fue siempre una referencia para los zagueros y no se sintió cómodo. Aguiar intentó, pero sin la claridad que su técnica y panorama de cancha le permitirían.

Y Miramar no le temió a los nombres. Dejó siempre tres jugadores en campo rival. Jugaron sueltos, confiados y aprovecharon un primer error defensivo para ponerse en ventaja y cuidarla, defendiendo bien y atacando mejor.

Defensa 4

Lo lastimaron

El primer gol llegó con la pelota a espaldas de los zagueros y entre Albín y Sosa no "achicaron" bien al delantero. En el segundo, un rebote favoreció al goleador, aunque muchos lo tomaron como un error puntual de Guillermo Rodríguez. Miramar llegó poco y lastimó mucho; no habla bien de la defensa.

Marca 6

Sin faltas

Como se esperaba, Torres fue el destructor de juego rival. Aguiar comenzó siendo su ladero, con más responsabilidad para el armado, hasta que Aguirre lo "liberó". Entre ambos cometieron sólo tres faltas. Quedaron en el debe con el balón.

Creación 5

Erró el camino

Peñarol careció de claridad para llegar al arco de Miramar. Tuvo situaciones, sí, pero pocas generadas con el factor desequilibrante del año pasado: velocidad por las bandas. Eso apareció más que nada por izquierda y cuando ingresó Mier. Peñarol abusó del pelotazo, apuntándole a la cabeza de Olivera.

Las cifras

2 pelotas en los palos tuvo Peñarol: un toque de cabeza del "Lolo" Estoyanoff y uno de zurda de Martinuccio.

0-3 Defensor era el último "chico" en ganarle por tres goles a Peñarol: fue el 2 de julio de 2008, por la Liguilla.

0-3 Progreso era el último "chico" en golear a Peñarol por el Uruguayo: fue el 11 de noviembre de 2007.

39 partidos oficiales hacía que no perdía por tres goles. Fue el 6 de diciembre de 2009, 3-0 ante Nacional.

Aguirre apeló a las dos torres

A Diego Aguirre no le tembló el pulso para sacar a Antonio Pacheco en la búsqueda de nuevos caminos para llegar al gol del empate. Así, a los 70 minutos mandó a la cancha a Diego Alonso (1,88 metros), apelando a sus dos torres en el área porque ya estaba Juan Manuel Olivera (1.91).

Lo había hecho en el partido por Copa Bimbo ante Vélez y le dio resultado, porque Alonso, en una pelota al área, fue quien anotó el empate. Pero esta vez, no hubo caso.

El domingo, el "Tornado" tuvo más protagonismo que Olivera en las últimas jugadas del partido. Mostró su habitual rebeldía e intentó contagiar a sus compañeros. Pero no alcanzó. Ambas torres venían en racha goleadora de la pretemporada, pero el domingo no dispusieron de situaciones claras para anotar.

Si bien queda varios días por delante, se vislumbran cambios en la formación de Peñarol para enfrentar a Wanderers por la segunda fecha, debido a que Aguirre ya puede contar con Carlos Valdez y seguramente en las próximas horas pase lo mismo con el delantero -o volante, en el sistema que emplea Aguirre- Jonathan Urretaviscaya.

Matías Mier, en tanto, jugó buenos 20 minutos y también puede pelear por un lugar.

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