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martes, 24 de agosto de 2010
lo bueno..... vuelve
Fiestas hay de todos los tipos y colores, pero hay seis que concentran la mayor atención. Ellas son: “Reíte de la nostalgia” en el Museo del Carnaval, “La noche de todos los tiempos” en el Velódromo, “La fiesta inolvidable” en Maroñas, “La noche de los recuerdos” en el Latu, la clásica “Noche de la nostalgia” en Zum Zum y la que organiza el Bar Michigan de Amazonas y Orinoco.
Esta es la edición número 33 de una tradición que comenzó por iniciativa del comunicador y director de Océano FM, Pablo Lecueder. “Desde hace diez años la hacemos en nuestra propia casa, en la radio. Seguimos con la obligación de entrar en pareja y básicamente tratamos de mantener el estilo de música y las dos pistas simultáneas, una bien bolichera y otra al estilo viejo, con lentas, subidas y bajadas. El tope de capacidad es de 2.000 personas”, dijo a Ultimas Noticias. Lecueder recuerda que la “Noche de la Nostalgia” debutó en una discoteca que se llamaba Ton Ton, promovida por su programa de radio “Old Hits”, cuando tenía 20 años. “Fue un gran éxito y lo lindo es que sirvió para el surgimiento de Radio Mundo, el desafío fue salvar el emprendimiento de la bancarrota total cuando se llamaba Radio Sur. Y tuvimos el placer de decir que en dos años la dejamos en cero y bien equipada. Mal no nos fue. Al poco tiempo la radio colega que tenía que competir con creatividad se le ocurrió hacer una fiesta de música vieja en la misma fecha. Así que el fenómeno surgió por repetición, se fue multiplicando por copia. Los propios lugares bailables decían que se llenaban con el rebote y empezaron a pasar la misma música”, recuerda.
Lecueder destaca el importante “movimiento económico” que genera esta festividad, puesto que se ven beneficiados además de los boliches, los restoranes, el servicio de transporte, las casas de ropa y lencería, y los hoteles.
Confiesa que recibió algunas propuestas para trasladar la fiesta al exterior del país y que Martcelo Tinelli fue uno de los interesados pero finalmente quedó en nada. En ese sentido, opinó que “las cosas no se pueden repetir exactamente igual. Me llegaron a recomendar que registre la marca en Argentina. Pero un fenómeno así no se crea, se produce. A mí cuando me dicen que soy el creador digo que no, que soy el descubridor”.
Equívocamente algunos asocian la nostalgia con la música disco de los años ’80 cuando en realidad el repertorio es mucho más amplio. “No tiene nada que ver con Travolta, que no lo soporto, ¿por qué ponen su imagen? Me supera. No se trata de pasar música de los ’80 si la fiesta nació en el ’78. Hoy se trata de recordar lo que cada uno quiera”.
Años atrás, el empresario quiso donar la marca “Noche de la Nostalgia” al Estado para que pasara a ser de dominio público pero se encontró con un escollo. “En Uruguay no se puede hacer. Es posible donar una marca al Estado pero si éste se olvida de registrarla podría hacerlo otra persona. Entonces lo que hice fue mantener el registro pero no me opongo a su utilización, siempre y cuando se respeten determinados cánones, entre ellos que ninguna fiesta se llame como la marca y que no haya fiesta de la nostalgia fuera del 24 de agosto”, explicó. SIN BEATLES NO HAY NOSTALGIA
Las fiestas del Velódromo Municipal y Museo del Carnaval son específicamente para los más jóvenes, especialmente para edades de entre 18 y 35 años. Para mayores de cuarenta está pensada la música que Arthur Martin pasará en la carpa montada en torno al Bar Michigan.
El comunicador y empresario opinó que en esta tradición “todas las propuestas llevan público” y destacó de la suya el ambiente familiar.
Un clásico de la noche nostálgica es el segmento de lentas, una especie extinta en las discotecas modernas. “El público reacciona fantásticamente bien. Es natural que los sexos opuestos se atraigan, se toquen y se transmitan energía. Las últimas generaciones del 90 para acá comenzaron a bailar en lo que llamo cuatro baldosas, separados con una barrera de veinte centímetros. Los tiempos, el poco espacio que hay para disfrutar hoy en día, lleva a ir rápidamente e ir a lo que interesa. Esa velocidad inhibe los preámbulos, y éstos son los más lindos”, comentó. Consultado sobre los artistas que no pueden faltar hoy junto a las bolas de espejos, mencionó a los Beatles como la banda “obligada”. “Todo lo demás pasará por los gustos personales, pueden entrar los Rolling Stones, The Who, Queen, Led Zepellin. Están los que se llaman ‘llena pistas’ y que son infalibles, la prueba está en que hoy a las compañías de discos les resulta más fácil reeditar un éxito de antes que crear nuevos. Cada vez es más difícil que un tema perdure más allá de un mes. Madonna termina de tener un notable impacto y a los veinte días Christina Aguilera vendió 100.000 discos más, no hay tiempo de disfrutar, es como el café con leche que está siempre hirviendo y no se puede tomar”. Para Berch Rupenian, la mayoría del repertorio que se bailará en el Latu surgió en Radio Independencia. Sobre el lugar escogido, destacó que se trata de un recinto especialmente preparado para eventos de esta categoría, que por primera vez servirá de escenario para una fiesta habilitada al público.
“No hay límites de edad, la convocatoria es para gente de 18 años en adelante. Los éxitos de los ‘60, ‘70, ‘80 y ‘90 no son rechazados por una generación más joven ni tampoco los temas de los ‘90 generan rechazo en una generación más veterana. Buscamos combinar la música de forma que sea del gusto y la aceptación de todos”, dijo Rupenian. Prefiere las décadas del ‘60 y ‘70 “porque son las más creativas”. “Todo comenzó con los Beatles y ahí se inició una etapa inolvidable, insuperable, no creo que surja una banda de ese nivel y categoría en el futuro. A partir de ese momento y a su sombra aparecieron otros artistas como Rolling Stones, Bee Gees, Queen, Elton John, todos tienen influencias claras de los Beatles. De la misma manera que éstos tuvieron como referencia fundamentalmente a la música americana y a la música negra y al rock”. Rupenian llamaría a esta actividad “Noche de los recuerdos”, porque para él la nostalgia “tiene un dejo amargo de tristeza que no coincide con el espíritu que tiene la fiesta. La gente sale a divertirse, a disfrutar de la música y a escuchar viejos temas, a recordar melodías que están asociadas a vivencias de cada uno”.
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