
Las autoridades japonesas tropezaban hoy con nuevos obstáculos para enfriar los reactores de la central de Fukushima (este), en momentos en que se teme la llegada de lluvias radiactivas tras la catástrofe que ha causado ya más de 20.000 muertos y desaparecidos.
Los responsables de la central de Fukushima se encuentran ante un dilema: para restablecer el tendido eléctrico y poner en funcionamiento los sistemas de refrigeración hay que interrumpir el vertido de agua sobre los reactores 3 y 4, los que plantean más problemas, exponiéndose así a un aumento de la temperatura.
"La presión en el interior del recinto de confinamiento del reactor 3 aumenta", declaró un responsable de la agencia de seguridad nacional. Por lo tanto -explica- la operadora se verá obligada a abrir las válvulas para aflojar la presión.
"Esto significa que habrá un escape de sustancias radiactivas al exterior", añadió.
Ante estos escollos, la operadora Tokyo Electric Power (Tepco) advirtió que quizá no pueda restablecer el suministro eléctrico en la central el domingo. El sábado ya lo intentó, pero fue en vano.
La agencia de seguridad nuclear es más optimista y todavía espera que se consiga a últimas horas del día.
"La electricidad aún no ha sido restablecida porque hace falta hacer algunas comprobaciones, en zonas bañadas con agua de mar", con el fin de evitar un cortocircuito, explicó el sábado un portavoz de TEPCO, Fumiaki Hayakawa.
El restablecimiento de la electricidad es esencial para poner en marcha las máquinas que bombean el agua en el sistema de refrigeración de los reactores.
Desde el sábado se ha intensificado la refrigeración de los reactores con camiones cisternas equipados con cañones de agua que vertieron en 13 horas más de 2.000 toneladas de agua marina sobre el reactor número 3.
El domingo por la mañana se llevó a cabo una operación similar en el número 4, pero a distancia para evitar la exposición de personas a elevados niveles de radiación.
Siete socorristas de Fukushima se expusieron a niveles de radiaciones superiores a 100 milisieverts, el umbral a partir del cual se puede enfermar de cáncer más tarde.
Pero siguen trabajando en la central, precisó Tepco, ya que después del accidente se subió el límite anual admisible de 50 a 250 milisieverts.
En el exterior de la zona de exclusión de 20 km en torno a la central, se han detectado niveles de radiactividad anormales en leche y espinacas, y en la región de Tokio y la prefectura de Ibaraki, más al norte, se encontraron rastros de elementos radiactivos en el agua del grifo.
Pese a que las autoridades multiplicaron los mensajes tranquilizadores, los japoneses prestan más que nunca atención a lo que comen y a la higiene en general.
Para el agua, las dosis de yodo radiactivo (yodo 131) y de cesio 137 halladas son bastante inferiores al tope legal, recalcó el ministerio de Ciencias.
Pero el domingo la anunciada llegada de lluvias al norte del país hizo que muchos japoneses teman precipitaciones radiactivas.
"Un cierto número de personas" en Tokio y en el norte de Japón llamaron a las autoridades para preguntarles si las precipitaciones previstas podían estar contaminadas.
"Los niveles actuales no presentan un riesgo para la salud", les contesta el adjunto al jefe de gabinete del primer ministro, Tetsuro Fukuyama.
Las autoridades niponas afirman que los niveles de irradiación existentes no son peligrosos más allá de una zona de 30 km alrededor de la central.
En el noreste del país, la situación humanitaria es delicada para los 400.000 siniestrados del sismo y tsunami del 11 de marzo que ha dejado ya, según el último balance de la policía, más de 20.000 muertos y desaparecidos, entre ellos 8.133 víctimas mortales confirmadas.
Los damnificados sufren penuria de agua corriente y de electricidad en algunos centros de alojamiento y según la ONG Save the Children, unos 100.000 niños se han visto desplazados en la peor catástrofe natural en el archipiélago desde el terremoto que sacudió la región de Tokio en 1923.
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