martes, 26 de abril de 2011
tiranía gringa
Decenas de enfermos mentales estuvieron presos varios años en Guantánamo, según los documentos revelados por Wikileaks. Uno de ellos, Modulá Raziq, consumía sus propias heces, bebía shampoo y embadurnaba con excrementos su cuerpo desnudo. Las nuevas filtraciones de Wikileaks no tienen como objetivo a las embajadas estadounidenses en todos los países del mundo, sino los documentos en torno a la prisión de Guantánamo, la controvertida cárcel en la que han sido encerrados los principales sospechosos de terrorismo.
El diario El País de Madrid accedió a varios de estos archivos, que en algunos casos revelan el abuso indiscriminado a sujetos que no estaban en plena posesión de sus facultades mentales. Muchos padecían paranoia, esquizofrenia o adicción a las drogas, y sus testimonios fueron de valor nulo.
Modulá Abdul Raziq, de 40 años, por ejemplo, consumía sus propias heces, bebía shampoo y embadurnaba con excrementos su cuerpo desnudo en una celda de Guantánamo. Permaneció en el penal ocho meses y fue transferido a Afganistán en septiembre de 2002. Según los datos de Wikileaks, el afgano logró la libertad no porque los norteamericanos reconocieran su equivocación, sino porque su lamentable estado psiquiátrico "dificulta o imposibilita obtener información durante los interrogatorios", según señala un informe secreto.
La búsqueda de información primó siempre por encima de la salud y como en el caso del afgano Modulá Abdul Raziq solo fueron entregados cuando se comprobó que su lamentable estado impedía obtener información de inteligencia fiable sobre Al Qaeda.
Modulá era esquizofrénico y padecía otras anomalías psicóticas. Además de las características ya mencionadas, el preso rasgaba su uniforme, ataba trozos de ropa en sus extremidades, orinaba en su cantimplora, arrojaba agua sucia y escupir a los guardianes.
Juma Muhamed Abd al Latif al Dosari, de 38 años, natural de Bahréin, tuvo una docena de "serios" intentos de suicidio. El saudí Mishal Awad Sayaf Alhabiri, de 31 años, intentó suicidarse colgándose en su celda y sufrió "significantes daños cerebrales por la pérdida de oxígeno" hasta terminar en una silla de ruedas.
Estados Unidos reconocía que Sahakruj Hamiduya, preso uzbeko de 31 años, no era miembro de Al Qaeda ni representaba una amenaza, pero permaneció sin embargo siete años en su celda hasta que fue transferido a Irlanda en 2009. Se intentó suicidar en dos ocasiones con un trozo de sábana y sufría alucinaciones.
Los ancianos con demencia senil y depresión también pueden ser terroristas, según los parámetros que rigen en Guantánamo, de acuerdo a los documentos de Wikileaks.
El afgano Mohamed Sadiq, de 89 años, entró en el penal el 4 de mayo de 2002 y fue sometido a la prueba del polígrafo, donde se demostró que no sabía manejar el teléfono satélite Thuraya que encontraron en un registro en su casa. Tampoco conocía la identidad de una lista de teléfonos sospechosos de estar relacionados con el movimiento talibán. Pasó cuatro meses encerrado en su celda hasta que un informe del general de división Michael E. Dunlavey recomendó su entrega a las autoridades afganas por su enfermedad y porque no tenía "ningún valor de inteligencia para EEUU", concluye uno de los archivos a los que accedió El País de Madrid.
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